Carmen Avilés. Centro de I+D+i para la Conservación de la Biodiversidad y el Desarrollo Sostenible (CBDS) – UPM

La bioeconomía forestal se despliega como un universo interconectado donde conviven abejas y unicornios, dos metáforas que ayudan a entender su complejidad, riqueza y capacidad transformadora. Las empresas abeja son el alma de este ecosistema: cooperativas, micropymes o startups comprometidas con el territorio, que polinizan el entorno con innovación, sostenibilidad y redes de colaboración. Sin ellas, la bioeconomía carecería de anclaje local y de impacto real en las zonas rurales. En paralelo, los unicornios representan a esas empresas innovadoras, escalables y replicables que lideran el cambio, no solo en el ámbito forestal, sino también en el agroalimentario, energético o biotecnológico, convirtiéndose en referentes dentro de un nuevo paradigma económico verde. En este equilibrio simbiótico se configuran los mundos mag(nif)cos de la bioeconomía forestal: espacios donde el bosque deja de ser solo sumidero y pasa a ser proveedor de soluciones sostenibles, materias primas renovables y modelos de negocio con propósito, vertebrando sectores como la construcción, la moda, la salud o el turismo. Así, la bioeconomía forestal no solo se posiciona como un motor de desarrollo, sino como una fuente inagotable de futuro.